Salud sexual e igualdad de género

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Realizamos un repaso de los derechos sexuales y reproductivos para comprobar cómo muchos siguen siendo vulnerados para las mujeres




La salud sexual no sólo es la ausencia de enfermedad sino un estado de bienestar que incluye la sexualidad en todas sus esferas. La definió de forma muy acertada la Organización Panamericana de Salud: “Salud Sexual es la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad”. 

Para ello es básico respetar los derechos sexuales y reproductivos de las personas. En la sociedad actual, las mujeres ven vulnerados muchos de ellos, que recordemos que son derechos humanos básicos.  

La sexualidad es la manera en que vivimos el hecho de ser sexuados, supera las meras relaciones sexuales. La forma en la que se nos socializa a hombres y mujeres bajo los estereotipos de género sigue siendo diferente, lo que marca la forma de cuidar nuestro cuerpo e interactuar con otras personas. Aunque ambos sexos salgamos perjudicados, podemos comprobar que la desigualdad de género afecta más a las mujeres repasando los derechos sexuales y reproductivos.

La WAS (World Association for Sexual Health) explicaba que la salud sexual requiere un enfoque respetuoso y positivo de la sexualidad,  así como la posibilidad de tener relaciones placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia. En su última revisión de la Declaración de Derechos Sexuales (la primera fue en 1997 y la última en 2015), se establecen los siguientes derechos sexuales y reproductivos (que analizamos desde la perspectiva de género):

- El derecho a la igualdad y a la no-discriminación

En este punto queremos destacar especialmente la igualdad de trato, la igualdad de género y la igualdad de oportunidades. Si existe discriminación por razón de sexo, por ejemplo, en el acceso a métodos anticonceptivos y servicios sanitarios; o se juzga de diferente manera la sexualidad de las personas en función de su género, identidad sexual u orientación sexual, el resto de los derechos carecen de sentido. ¿Se medicaliza en exceso a las mujeres? ¿Las jóvenes tienen acceso a contracepción? ¿Las lesbianas pueden acceder a la reproducción asistida y a adopción?

- El derecho a la vida, libertad y seguridad de la persona. Muchas mujeres en el mundo siguen viendo amenazada su vida hoy en día por razón su género, orientación o identidad sexual. También hay países donde la interrupción del embarazo es ilegal, se penaliza con la cárcel o las condena a abortos clandestinos que ponen en peligro su vida. La mortalidad materna y los embarazos adolescentes, así como la falta a servicios sanitarios básicos, son indicadores diferenciales por cuestión de género.

- El derecho a la autonomía e integridad del cuerpo. El derecho a formar matrimonio y otras uniones basadas en la equidad y libre consentimiento. El derecho a decidir tener hijos/as, el número y espaciamiento de los mismos, y a tener acceso a la información y los medios para lograrlo.

Dentro de estos derechos cobra especial sentido la libertad para elegir cómo ejercer nuestra sexualidad, el número de relaciones que queramos tener, así como el número de hijos/as. Muchas chicas jóvenes se ven presionadas para responder a una imagen social de cara a tener sus primeras experiencias sexuales. El estereotipo de que una mujer siempre ha de tener deseo maternal, de que es mala madre si no cuida determinadas horas, etc., dificulta la corresponsabilidad. Por supuesto, para ello se ha de garantizar el acceso a métodos anticonceptivos y de barrera. Por otro lado, no se cubre la adopción y la reproducción asistida de forma igualitaria para cualquier orientación/identidad sexual.  La autonomía del cuerpo englobaría el derecho a tener un parto humanizado y estar libre de todo tipo de violencia obstétrica. También serían prácticas de violencia de género el matrimonio forzado (especialmente generalizado en la infancia), el acoso sexual, la violencia sexual, etc.

- El derecho a una vida libre de tortura, trato o pena crueles, inhumanos o degradantes

Cualquier tortura, pena o trato degradante relacionado con la sexualidad o la reproducción vulneraría este derecho. Así, obligar a alguien a tener descendencia sin su consentimiento o, por el contrario, el aborto contra la voluntad de la mujer o la anticoncepción forzada, serían ejemplos de tortura. Los países donde aún se penaliza el aborto, la transexualidad y la homosexualidad violan a diario este derecho.

- El derecho a una vida libre de todas las formas de violencia y de coerción.

Se refiere a cualquier forma de violencia relacionada con el control de la propia sexualidad y el propio cuerpo, así como la amenaza de las mismas. El chantaje para obtener favores sexuales, la trata y explotación sexual, el bullying (especialmente el bullying homofóbico), las violaciones, el acoso callejero, los insultos contra la sexualidad de una persona, etc.

- El derecho a la privacidad.

Cualquier persona tiene derecho a que se guarde en secreto todo tipo de información relacionada con su sexualidad, salvo la que quiera desvelar. Un buen ejemplo puede ser las mujeres que decidan acudir a una clínica de interrupción del embarazo. El equipo de profesionales debe guardar absoluta confidencialidad. De igual modo, si alguien no desea hacer pública su orientación u identidad sexual.

- El derecho al grado máximo alcanzable de salud, incluyendo la salud sexual que comprende experiencias sexuales placenteras, satisfactorias y seguras. El derecho a la educación y el derecho a la educación Integral de la sexualidad.

Es deber de los poderes públicos garantizar condiciones óptimas para un enfoque positivo de las relaciones sexuales. Esto es: revisiones ginecológicas, educación sexual (integral, adecuada a la edad y con perspectiva de género), información sobre infecciones y enfermedades de transmisión sexual, métodos anticonceptivos, etc.

- El derecho a gozar de los adelantos científicos y de los beneficios que de ellos resulten. El derecho a la información.

Los avances científicos son de gran ayuda para, por ejemplo, luchar contra las infecciones de transmisión sexual o mejorar en los métodos de contracepción. La píldora anticonceptiva femenina ha mejorado en cuanto a efectos secundarios, pero aún no se ha comercializado su homónima masculina. Asimismo, puesto que la educación sexual ha de ser laica, la información integral ha de impartirse desde una perspectiva científica. Muchas familias y centros educativos educan de forma asimétrica a chicos y chicas temiendo que las relaciones sexuales de ellas sean más precoces, cuando la información no hace sino prevenir embarazos no deseados.

-El derecho a la libertad de pensamiento, opinión y expresión. El derecho a la libre asociación y reunión pacíficas. El derecho a participar en la vida pública y política.

La participación de las mujeres en la vida pública sigue siendo inferior, basta con comprobar los datos de mujeres presidentas de gobierno. Cuando se trata de hablar de sexualidad en el espacio público, obviamente el juicio no es igual para ellos que para ellas. Bajo la libertad de expresión, todas las personas tienen derecho a expresar su sexualidad, a reunirse y participar libre y pacíficamente, comunicar con su imagen u opinión la expresión de sus deseos. Esto puede ser especialmente importante cuando se demandan políticas para avanzar en la igualdad de género, el aborto libre, la universalización de los métodos anticonceptivos y la educación sexual, la visibilidad lésbica, etc.

 
 

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