Muchas veces, por la falta de educación sexual que hemos recibido y la falta de conocimiento de nuestro cuerpo, con el que nos cuesta quedarnos a solas por todos los complejos que hemos adquirido, no reconocemos nuestros genitales. Y ya ni hablemos de mirarlos, cuidarlos y quererlos. Baste decir que confundimos vagina, que es el conducto interno, con la vulva, que es el conjunto. Incluso a veces confundimos el orificio de la uretra (por donde se expulsa la orina), con el conducto vaginal. Bueno, ya tenemos localizada la vagina (que recordemos que es sólo una parte de la vulva). El punto g (llamado así por la inicial de Gräfenberg, el alemán que supuestamente lo descubrió) se encuentra a unos 3 centímetros a la entrada de la pared anterior de la vagina, hacia el estómago. Para localizarlo, es más útil hacerlo a solas con nuestros propios dedos, estando relajadas y excitadas, porque en las primeras ocasiones se suele verbalizar una sensación un poco molesta, ya que es una zona muy sensible y se percibe mejor con la excitación (es un tejido eréctil). Se describe como un guisante pequeño y no todas las mujeres lo localizan ni todas las mujeres sienten placer cuando se acaricia dicho punto. De hecho, hay polémica con la existencia del punto g. Primero, porque en la disección de cuerpos, algunas/os doctoras/es lo han creído encontrar y otras/os no. Segundo, porque en estudios con cuestionarios idénticos a mellizas y gemelas idénticas unas decían tenerlo y otras no.
Conclusión, que si tienes placer con su estimulación, a solas o en compañía, adelante. Pero si no, no te obsesiones. Y lo más polémico, a veces era una obsesión de las mujeres para poder llegar al orgasmo a la par que sus parejas masculinas durante la penetración y así poder complacerles. Otras mujeres confundían el placer que sentían durante la penetración con haber encontrado el punto g, cuando se descubrió que realmente se les estaba estimulando el clítoris. De hecho, otra teoría sostiene que el Punto G es una parte del clítoris, que en realidad mide 10 centímetros y se junta con este tejido tan placentero.
El clítoris, el punto cuya estimulación sí que mayoritariamente proporciona más placer a las mujeres, ha sido negado, estirpado, ignorado y objeto de tabú al suponer que las mujeres no necesitaban la penetración ni a los hombres para su propio placer. El punto que vemos es sólo la copa del árbol, ya que sus miles de terminaciones nerviosas se ramifican a lo largo de la vulva, el perineo, y tiene incluso glande. De hecho, el pene es un clítoris que creció… Muchas mujeres sienten vergüenza porque necesitan que se le dedique un tiempo a esta zona, no se atreven a pedirlo o hacerlo ellas mismas, como si la penetración sí fuera algo imprescindible en las relaciones sexuales, pero pedir lo que realmente les puede dar más placer a ellas fuera egoísta. Cualquier opción es buena para nuestra salud sexual si nos aporta satisfacción: masturbación, sexo oral, lubricantes, fantasías…
Mito número 6. Todas las mujeres son iguales y el orgasmo se produce del mismo modo en todas las circunstancias de nuestra vida.
Las mujeres, al igual que los hombres, somos diversas, no hay dos mujeres iguales, dos orgasmos iguales, ni dos épocas de nuestra vida iguales. Variamos a lo largo de nuestra vida y lo que en otro momento no nos dio placer puede convertirse en una novedad bienvenida en algún momento diferente o una experiencia divertida con nosotras mismas. Leer un relato o ver un vídeo erótico, oler una nueva fragancia… Nuestra curiosidad, nuestro cuerpo y nuestros sentidos nos trasladar a un mundo más allá del que nos enseñaron que estaba permitido… Dejémonos llevar sin obsesionarnos por a dónde vamos a llegar. El paseo puede ser tan bueno como el destino.
¿Orgasmo clitoriano o vaginal? Mitos sobre el placer femenino. Parte II
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